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Como sucede en otros ecosistemas, las características físicas de las
selvas secas en cuanto a su ubicación, disponibilidad de agua,
temperatura, suelos y topografía, determinan la existencia o ausencia
de vida y las formas que en ellas se desarrolla. La influencia que
ejerce la estacionalidad (lluvias y secas) en las selvas secas es el
elemento predominante. La falta de agua durante 8 meses del año hace
que las plantas pierdan sus hojas a fin de guardar la humedad
almacenada en sus troncos durante la época de lluvias. Esto significa
que sólo durante 6 meses del año existen hojas verdes y follaje a
disposición de los animales herbívoros. Esta situación limita en gran
medida la diversidad de especies de animales, especialmente los
mamíferos grandes, que pueden vivir en estas selvas. En contraste,
existe una gran diversidad de insectos y otros artrópodos en las selvas
secas. Estos consumidores primarios son los responsables de comerse las
hojas, captadoras de la energía solar y del carbón atmosférico, y
circular los nutrientes a lo largo de la cadena alimenticia. Los
insectos son alimento de arañas, reptiles, aves y pequeños mamíferos.
Estos seres, a su vez sirven de alimento a los depredadores que en las
selvas secas están representados por aves rapaces (águilas y halcones)
y en los felinos como el puma, jaguarundi y el ocelote.
La herbivoría (consumo de hojas de árboles y hierbas por insectos y
otros animales) es tan fuerte en las selvas secas que los insectos son
sumamente agresivos en sus hábitos alimenticios para aprovechar los
cortos meses en los que hay hojas disponibles. Esto ha llevado a que
muchas plantas desarrollen mecanismos de defensa contra el ataque de
insectos dando sabor desagradable a sus hojas. Otras plantas han
desarrollado hojas urticantes y alcaloides que las hacen venenosas,
inclusive para el ser humano. Los insectos y otros herbívoros han
desarrollado formas para comerse las hojas a pesar de estos mecanismos
de defensa. Una forma es comérselas cuando están tiernas y no han
desarrollado los compuestos tóxicos. De hecho según algunos autores, el
consumo de hojas se da principalmente durante los periodos en los que
las hojas están tiernas. Una vez que crecen no son consumidas y caen al
suelo intactas durante la época de secas (Challenger, 1998). De hecho,
el consumo de hojas tiernas es tan intenso, que los insectos herbívoros
y otros mamíferos pueden dejar ciertas áreas de las selvas secas
totalmente desnudos de hojas antes de los primeros tres meses de la
época de lluvias. Sin embargo, este proceso es importante para que los
nutrientes generados por las plantas entren a las cadenas alimenticias
y se distribuyan entre los diversos grupos de animales (herbívoros
insectívoros, carnívoros, etc) y niveles de la cadena. Unos de los
consumidores más importantes en las selvas secas son las hormigas, de
las cuales existe un gran número de especies, incluyendo las del género
Atta, responsables de comerse casi todas o todas las hojas de ciertos
árboles.
Un interesante mecanismo de defensa consiste en que ciertas plantas han
establecido sociedades con algunas especies de herbívoros buscando
beneficiarse mutuamente. Tal es el caso de ciertas plantas que generan
sustancias dulces como miel en glándulas especiales con lo cual atraen
colonias de hormigas que aprovechan el néctar y defienden a la planta
contra el ataque de otras especies de herbívoros.
Otras plantas se protegen mediante el desarrollo de espinas,
especialmente contra mamíferos herbívoros; también hay plantas capaces
de producir un segundo retoño después del ataque de los consumidores
primarios. Este retoño sale a mediados de la temporada de lluvias,
cuando el ataque de los herbívoros es menos intenso (Challenger, 1998).
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